Cuando un corazon se rompe, siempre o casi siempre puede arreglarse.



miércoles, 22 de junio de 2016

Brooklyn.

Por primera vez descubrí el fuego. Ese que no quema. Donde apoyas la boca y sanan las heridas. Donde la piel se eriza. Y su espalda arde. Como si mil llamitas llovieran de sus homoplatos. Y mi lengua. Es el típico tobogán. Donde se derrite el tiempo como si fuera chocolate. Recuerdo mis labios como si fueran los suyos. Cada vez que cierro los ojos siento como mi cuerpo tiembla. Aun quedan los vestigios de la hoguera. Por primera vez descubrí el fuego. Su boca quema en mi espalda. Mi mano quema entre sus piernas...